Reformar un hogar en base a
tu estilo y personalidad afecta
al bienestar
¿Has
calculado cuántas horas pasas en tu domicilio a lo largo del año?
Incluso si eres el clásico nómada que prácticamente no para quieto en ningún
momento, como mínimo multiplicarás por numerosos días las ocho horas de sueño
que transcurres durmiendo en tu habitación.
Es decir, incluso la
persona menos hogareña acaba permaneciendo mucho tiempo en su respectivo
domicilio. Por este motivo inciden tanto los psicólogos en la necesidad de que
el espacio en cuestión haga gala de un estilo que se adecúe a las
preferencias del susodicho.
Todos los elementos influyen
Más allá de cambiar la
decoración, en ocasiones conviene meterse de lleno en una reforma. Y es que no
solo influye el color de las paredes o el diseño de los muebles, sino que el
resto de elementos también adquieren relevancia. Un claro ejemplo reside en las puertas de interior.
Las mismas serán
tratadas muy habitualmente para ir de un habitáculo a otro, evitar el escape de
malos olores, impedir que penetre la luz solar del comedor en el dormitorio,
etcétera. Sea cual sea el motivo, tus ojos las verán constantemente, mientras
que las manos entrarán en contacto con ellas para abrirlas o cerrarlas.
Si cada vez que
realizas tales acciones te ves obligado a lidiar con un conjunto que no termina
de convencerte, ello irá minando tu moral aunque no te des cuenta. Así lo han
demostrado varios estudios en los que se evidencia un estado anímico más
decaído en los propietarios a quienes no les gustan los diversos elementos que
se emplazan en el interior de sus hogares.
Todo lo contrario
sucede con los españoles que hacen el esfuerzo económico necesario para
reformar la vivienda basándose exclusivamente en sus propios gustos. Por
ejemplo, a los mallorquines suelen entusiasmarles las ventanas de madera, ya que es un
material que congenia especialmente bien con las viviendas que se dan cita en
dicha isla de las Baleares.
El cambio anímico no
tarda en evidenciarse tras sustituir las ventanas antiguas por las nuevas de
madera. El siempre bonito estilo rústico incluso invita a mirar más a través de
cada ventana, lo cual favorece la desconexión alejándose de los temas que
preocupan en el día a día: salud, trabajo, dinero, etcétera. Sin embargo, no
sucede lo mismo si el marco de la ventana o toda la estructura en general
repele visualmente al individuo.
La reforma no solo
debe basarse en los gustos, sino también en la personalidad. Ponte en
situación: eres un individuo al que le angustian los espacios cerrados. No
llega a ser claustrofobia, pero indudablemente te produce una cierta
incomodidad.
En este caso,
retomando el tema que guarda relación con las puertas, es probable que el
espacio que restan al permanecer abiertas no te convenza lo más mínimo e
incluso llegue a perjudicarte. ¿Por qué no acabas con este sentimiento negativo
de una vez por todas?
Es tan fácil como
sustituirlas por puertas
corredizas, las cuales no solo hacen gala de un bonito diseño, sino que
adicionalmente se caracterizan por ahorrar bastante espacio. A nivel
psicológico mejorarás de forma considerable, lo cual repercutirá en tu día a
día.
Así es, los psicólogos
indican que, tras una reforma en la que se ven satisfechos los diversos deseos
del susodicho, su rendimiento en el trabajo pasa a incrementarse notablemente.
Y es que la calidad de vida aumenta, traduciéndose en una mayor capacidad de
hacer frente a las típicas adversidades que van surgiendo rutinariamente.
La importancia de los colores
Obviando la necesidad
de que los elementos congenien con las preferencias de cada mallorquín, también
es fundamental que los colores respeten la gama cromática que resulta de su
agrado.
Se ha demostrado que
unos colores demasiado oscuros, si se generalizan en todo el hogar, pueden
transmitir apatía y otros sentimientos de los que conviene huir. Justamente lo
contrario acontece al decantarse por tonalidades más bien claras.
Así lo demuestran
las puertas lacadas
en blanco que, al combinarlas por ejemplo con paredes de color beige, dan forma
a un conjunto visual que resulta más que agradable no solo de día, sino también
durante el transcurso de la noche.
Por supuesto, todo lo
detallado hasta el momento adicionalmente se aplica en el caso de los niños. De
hecho, los psicólogos infantiles recalcan la trascendencia que adquiere criar a
los más pequeños de la casa en un ambiente que a nivel visual les atraiga y
cause una sensación agradable al higienizarse en el cuarto de baño, comer,
dormir, etcétera.
Precisamente una gama
de tonalidades que suele entusiasmarles al integrarla en su dormitorio es la
que pertenece a los colores pastel. Tanto niños como niñas los ven con muy
buenos ojos, poniendo menos pegas cuando se les obliga a ir a la cama o acudir
a su habitación para estudiar en el escritorio que tienen habilitado para tal
fin.